domingo, 18 de octubre de 2015

LITERATURA

EL ROMANTICISMO 



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                                                             definicióntemas2
                                                             definicióntemas3 
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                                         Espronceda
                                                             Rosalíadecastro1
                                                             Rosalíadecastro2
                                                             Bécquer1
                                                             Bécquer2
                                                             Bécquer3
                                                             Larra1
                                                             Larra2
                                                             Larra3
                                                             Larra4
                                                             Teatro romántico1
                                                             Teatro romántico2  
1- EL ROMANTICISMO
             1.1- DEFINICIÓN:
                
                     1.1.1- Haz una definición del Romanticismo: qué es, explica a qué característica del ser humano dan importancia los románticos y cuál rechazan:
 El Romanticismo es un movimiento intelectual nacido en el siglo XIX definido por el arte,la literatura,la poesía,la música y la política.Las característica del ser humano a la que dan importancia los románticos son los sentimientos y rechazan la razón.Llega a España tras la muerte de Fernando VII.
                     1.1.2- Explica dónde y cuándo surge:
Surge a finales del siglo XVIII en Alemania y en Inglaterra como una revolución contra el racionalismo de la Ilustración y el Neoclasicismo y es el resultado de una profunda crisis.

              1.2- CONTEXTO HISTÓRICO:


                     1.2.1- El nacimiento de Romanticismo está muy ligado a un acontecimiento histórico muy importante de la historia universal. Di cuál es, explica qué consecuencias tuvo este acontecimiento en la política y la sociedad de Europa (compara el régimen político que había antes con el nuevo): 
El acontecimiento con el que está ligado es la Revolución Francesa.Las consecuencias que tuvo en la política fueron el triunfo del liberalismo frente al absolutismo y los movimientos nacionalistas promovidos por los revolucionarios y liberales.
Las consecuencia que tuvo en la sociedad fue el ascenso de la burguesía sobre las demás clases sociales como grupo dirigente de las naciones.
Antiguo Régimen: Monarquia absoluta, no sufragio, sociedad estamental.
Nuevo Régimen: Sufragio censitario, clases sociales, libertad de mercado.
   
                      1.2.2- ¿Qué relación tienen estos cambios con la llegada del Romanticismo?:
La relación es que la ideología romántica era incompatible con el absolutismo y el despotismo ilustrado que había antes de la Revolución.
              1.3- TEMAS: :
                      1.3.1- Individualismo:
                    - ¿Por qué los románticos dan tanta importancia al YO?:
Porque los románticos pensaban que la realidad auténtica no estaba fuera del ser humano,sino en su propio espíritu,siendo una realidad no perceptible por los sentidos,lo que los llevó a ser egocéntricos.
                    - En consecuencia, ¿qué tipos de temas predominan en la literatura romántica?:
Predominan los temas subjetivos,los relacionados con lo social,la historia y las leyendas mitológicas.

                     1.3.2- Irracionalismo:
                                     
                                              


                    - ¿Por qué los románticos desprecian la razón y dan toda la importancia a los sentimientos?
Porque el autor podía transmitir sus sentimientos a al público mediante su obra haciendo que la viviera,no que la sintiera,algo que con la razón no se podía llegar.Porque para ellos, la razón es insuficiente
                    1.3.3- La libertad:
                                              
                          
                   - ¿Qué es para los románticos la libertad?:
Para ellos es el principal valor de la condición humana.
                   - ¿Cómo repercute la libertad en el concepto romántico de la literatura?:
Los románticos plasman en sus obras a los personajes que defienden la libertad.
 
                   1.3.4- El rechazo del mundo:

     

                  - ¿Por qué los románticos rechazan el mundo que les rodea?:
Porque sus ideales no se encuentan en la realidad cotidiana.
                  - ¿Qué salida encuentran en muchos casos?
                    Las salidas que encuentran son la soledad,la evasión hacia el pasado e incluso el suicidio.
                 1.3.5- La rebeldía:
                                            
                  
                    - ¿Por qué los románticos tienen una actitud rebelde ante lo establecido?:
 Porque no encuentran sus ideales en la realidad,lo que les produce un sentimiento de desengaño y les lleva a ser rebeldes.
                    - ¿Qué tipo de personajes admiran por ello?:
Los románticos dmiran a Prometeo,Satanás,Caín y Don Juan porque para ellos son símbolos de rebeldía contra lo establecido.
                    1.3.6- Evasión:
                                                              
                - ¿Por qué los románticos huyen de la realidad?:
 Porque no están de acuerdo con la sociedad o la época en la que están.
                - ¿De qué dos formas se evaden de la realidad?
Los románticos se evaden de la realidad escapándose a otras épocas como la Edad Media y lugares lejanos y exóticos como Oriente.
                    1.3.7- La naturaleza:
  b                         
                    - ¿Para qué utilizan los románticos la naturaleza?:
La utilizan para expresar sus estados de ánimo y porque se sienten identificados con ella.
                    - En consecuencia, cómo es esa naturaleza?:
 La naturaleza varía dependiendo del estado de ánimo del romántico.

                    1.3.8- El amor:
                     - Explica cómo es la relación que tienen los románticos con la mujer:
La relación que tienen los románticos con la mujer más una relación de cariño que de atracción física.La ven como una enviada por Dios pero que traerá la destrucción del hombre.La idealizaban y la hacían perfecta,pero al idealizarla se dieron cuenta de como era en realidad y se decepcionaron.
                     - ¿Qué sentimientos le provoca esta relación?:
Les provoca un sentimiento de decepción al ver como es en realidad la mujer.

                     1.3.9- Identifica estos temas en el poema de Espronceda La Canción del pirata: di en qué versos los localizas explicando lo que dice en ellos. 

                          Con diez cañones por banda,                        
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín. 
Libertad: Porque el escenario es el mar y porque dice que no corta el mar, sino que vuela.
Rebeldía: Porque el personaje al que presenta es un pirata. 
Naturaleza: Por el mar. 
 
           
          La luna en el mar riela,            
en la lona gime el viento
        y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
     cantando alegre en la popa,
         Asia a un lado, al otro Europa,
     Y allá a su frente Estambul: 
La naturaleza está idealizada (olas de plata y azul) 
Individualismo y rebeldía: Porque dice que está por encima de los dos continentes.
                                                                -Navega, velero mío,             
                                                                 sin temor            
que ni enemigo navío,
   ni tormenta, ni bonanza
       tu rumbo a torcer alcanza, 
ni a sujetar tu valor. 
Libertad: Porque nada ni nadie puede detener al barco.
 
           

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies. 
Rebeldía: Está por encima de las leyes.
Individualismo: Vence a todos el solo.
           

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Individualismo: Porque repite el mí
Libertad: Porque su Dios es la libertad y el mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes. 
Libertad: Porque tiene el mar para él solo 


Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor 
Libertad y rebeldía 
Individualismo: Vence a cualquiera el solo. 


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar. 
Individualismo: por el "mí" 
Libertad: Porque su Dios es la libertad y el mar. 

A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer. 
 Libertad y rebeldía: Porque dice que es el rey del mar y su furia es de temer.
          Individualismo: Porque los vence el solo.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival. 
  Idealización


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar. 
 Individualismo: por el "mí"
  Libertad: Porque su Dios es la libertad y el mar.
 
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:            
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.
 
Rebeldía: Porque dice que al que lo condene lo colgará de alguna antena. 
Individualismo
Rechazo del mundo: Porque para él, sin libertad la vida no tiene sentido.
Libertad 

                                                              Y si caigo,            
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí. 
 
Rechazo del mundo
 

                                                              Que es mi barco mi tesoro,                        
que es mi Dios la libertad;
  mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.  
Individualismo: por el "mí"
Libertad 
 

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones

  Evasión de la realidad
 


Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
 
Evasión de la realidad. 


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar. 
 Individualismo: Por el "mi"
Libertad 



                                     2-EL  ROMANTICISMO EN ESPAÑA

 2.1- CONTEXTO HISTÓRICO:
                    2.1.1- Explica las circunstancias históricas concretas de España que hicieron que el Romanticismo llegara más tarde: qué régimen político había hasta 1808, qué paso este año, quiénes eran los afrancesados, qué eran las Cortes de Cádiz,  qué ocurrió después de la Guerra de Independencia, hasta que año duró el Absolutismo, qué régimen político sucedió al Absolutismo:
En España, el Romanticismo llegó más tarde debido a la poca cantidad de burgueses y su poco peso social y político contra el clero y la nobleza,quienes se oponían a los ideales del Romanticismo. El régimen que había antes de 1808 era una monarquía absoluta,en este año el ejército de Napoleón invadió España, obligó al rey a abdicar y coronó rey a su hermano José I Bonaparte. Los afrancesados fueron los españoles que siguieron al partido de Napoleón. Las Cortes de Cádiz fue la asamblea constituyente inaugurada en San Fernando pero transladada a Cádiz en la guerra de la independencia para expulsar a los franceses y proclamaron la primera constitucion conocida como La Pepa. Después de la Guerra de la Independencia, Fernando VII recuperó el trono, volvió el antiguo régimen y se abolió la constitucion de 1812. El Absolutismo duró hasta 1868 con una revolución para derrocar a Isabel II. Al Absolutismo le sucedió un régimen democrático
                     2.1.2- ¿Cuánto tiempo duró el Romanticismo español?:
El Romanticismo español duró aproximadamente quince años.
              2.2- LA POESÍA:
                     2.2.1- ¿Qué dos etapas se diferencian en la poesía romántica española?:
 Se diferencian la etapa de la poesía romántica y la poesía post-romántica
                     2.2.2- José de Espronceda: 

                     - ¿Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?:
 Le convierte en un auténtico romántico el nacer en 1808, participar en las oleadas revolucionarias de 1830 y defender el liberalismo.
                     - ¿Quiénes eran los protagonistas de sus poemas?:
 Los protagonistas eran personajes rebeldes que vivían al margen de la sociedad
                     - Pon el título de algunos de sus poemas:
 Algunos de sus poemas son "El Sol", "El mendigo" y "La canción del pirata"
  
                                                                         
                    2.2.3- Rosalía de Castro:
         
                    -  Títulos de sus libros de poemas:
 Sus libros de poemas son "Cantares gallegos", "Follas Novas" y "En las orillas del Sar".
                    - ¿En qué lenguas están escritos?:
 Las lenguas en las que estan escritos sus poemas son en gallego y español.
                    - ¿Por qué su obra es tan importante para la lengua gallega?:
 Porque el gallego había quedado como un simple dialecto y era odiado por los lectores de aquella época.
                    - Temas  de su obra poética:
 Los temas son el dolor, el paso del tiempo, la nostalgia de la infancia etc.
                                               
                                               
  
   
                                                                                                                                    Río Sar
                         Tumba                                                                                                                                                                                                                          
                                                                                                                       
                2.2.4- Gustavo Adolfo Bécquer:
         
                - ¿ Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?:
 Fue un auténtico romántico porque murió joven, le despidieron de todos los trabajos que tuvo, se casó sin estar enamorado y tuvo hijos.
                -  Temas de la Rimas:
Los temas son:
P 1-11:Reflexión poética.
P 12-29:Amor feliz.
P 30-51:Amor desdichado.
P 51-final:Temas filosóficos.

                - ¿Qué tenía de novedoso en la poesía española el lenguaje empleado este libro?:
 La novedoso fue que transmitía los sentimientos a traves de un lenguaje simple pero que exigía una gran elaboración.
  
                                                                   
        - A continuación tienes dos poemas de Bécquer que representan perfectamente sus temas y su lenguaje. Léelos y responde a las siguientes preguntas:

        1- ¿A cuál de los temas del libro de los que has hablado antes pertenecería este poema?:
 Pertenecería a temas filosóficos.
        2- ¿Qué reflexión hace Bécquer sobre él y sobre su vida?:

 Hace una reflexión sobre su futuro incierto.
        3- Fíjate en que todo el poema es una sucesión de término imaginarios (una saeta, una hoja, una ola, una luz). ¿Cuál crees que es el término real y en qué parte del poema aparece? :

 El término real al que se refiere es a él mismo y aparece al final del poema.
        4- ¿Qué tienen en común el poeta y esas cuatro cosas?:

 Tienen en común que el poeta se identifica con esas cuatro cosas.
        5- El paralelismo es un recurso literario que consiste en repetir la misma estructura sintáctica de una frase. Escribe todos aquellos versos que sean paralelos entre sí:

Versos 1 y 2 de cada estrofa: Vida y paso del tiempo
Verso 3 de cada estrofa: Algo dse desconoce.
Verso 4 de cada estrofa: Lo que se desconoce (el futuro)

                                                                    RIMA II

                                                         Saeta que voladora
                                                         cruza, arrojada al azar,
                                                         y que no se sabe dónde
                                                         temblando se clavará; 



                                                          hoja que del árbol seca
                                                         arrebata el vendaval,
                                                         sin que nadie acierte el surco
                                                         donde al polvo volverá;  
 

                                                           gigante ola que el viento
                                                          riza y empuja en el mar,
                                                          y rueda y pasa, y se ignora
                                                          qué playa buscando va;


                                                          luz que en cercos temblorosos
                                                          brilla, próxima a expirar,
                                                          y que no se sabe de ellos
                                                          cuál el último será;  



                                                          eso soy yo, que al acaso
                                                          cruzo el mundo sin pensar
                                                          de dónde vengo ni a dónde
                                                          mis pasos me llevarán.



        1- Compara la forma de hacer metáforas del poema anterior con este: ¿qué tienen en común?:
 Tienen en común que compara una cosa con otra de la misma forma y al final desvela con que lo estaba comparando.
        2- Según este poema, ¿en qué consiste el amor para Bécquer?:
 Consiste en dos almas que se juntan y después se separan. Consiste en dos personas que se destruyen a sí mismas para crear otro ser.
        3- ¿Encuentras paralelismo en este poema?¿Dónde?:
 Si, al comienzo de todas la estrofas (dos rojas,dos notas,dos olas...).
 Verso 1 de cada estrofa: Término imaginario.
Verso 2 de cada estrofa: El origen de los dos términos por separado.
Verso 3 de cada estrofa: Se conocen.
verso 4 de cada estrofa: Se unen destruyéndose.  

                                                                   RIMA XXIV
                        
                                                          Dos rojas lenguas de fuego
                                                          que a un mismo tronco enlazadas
                                                          se aproximan y, al besarse,
                                                          forman una sola llama.

                      

                                                           Dos notas que del laúd
                                                           a un tiempo la mano arranca,
                                                           y en el espacio se encuentran
                                                           y armoniosas se abrazan.



                                                            Dos olas que vienen juntas
                                                           a morir sobre una playa
                                                           y que al romper se coronan
                                                           con un penacho  de plata.


                                                             Dos jirones de vapor
                                                            que del lago se levantan
                                                            y, al juntarse allá en el cielo,
                                                            forman una nube blanca.



                                                            Dos ideas que al par brotan;
                                                            dos besos que a un tiempo estallan,
                                                            dos ecos que se confunden;
                                                            eso son nuestras dos almas.




               2.3- EL ENSAYO:
                      2.3.1-Mariano José de Larra:
                  - Vida y personalidad: ¿Cuándo y dónde nació Mariano José de Larra? ¿Por qué su familia tuvo que exiliarse?¿Cuándo vuelve a España? ¿Cuál era su ideología política? ¿A qué se dedicó profesionalmente?¿Qué frustraciones en su vida influyeron en su personalidad decepcionada típica del Romanticismo?¿Cuándo y en qué circunstancias muere? ¿Te parece una forma de morir típica del Romanticismo?¿Por qué?:
 Nació el 24 de Marzo de 1809 en la calle Segovia, en Madrid. Tuvo que exiliarse debido al impedimento del trabajo del padre (afrancesado). Vuelve a España en 1818. Se dedicó al periodismo. Su frustración era el amor que sentía hacia Dolores Armijo, que era una mujer casada que se fue distanciando poco a poco de él. Se suicida en 1837 tras la ruptura con Dolores. Si, porque es un final trágico como sucede en varias obras de teatro románticas.


                 - ¿En qué se diferencian los artículos de costumbres de Larra de los de otros contemporáneos suyos como Mesonero Romanos?  Escribe cinco títulos. ¿Qué costumbres españolas no le gustaban? ¿Qué pretende hacer con estos artículos? Lee estos  artículos y contesta las siguientes preguntas: 
Se diferencian en que Larra escribía sus artículos en un tono crítico referente a su descontento con la sociedad. Algunos de sus títulos son: "La fonda nueva","El castellano viejo","Vuelva usted mañana","La nochebuena de 1836" y "Yo quiero ser cómico". No le gustaba la sociedad española ni las costumbres rudas y vulgares y critica el lenguaje grosero y otros temas como el sistema educativo, la burocracia española, el sistema penitenciario y la corrupción.                                                     EL CASTELLANO VIEJO 

1-¿Qué dice Larra sobre el estado del pavimento de las calles madrileñas?:
 Dice que no es el adecuado para un poeta o un filósofo
2- ¿Qué le hizo salir de sus pensamientos?:
 Salió de sus pensamientos debido a que la gente lo miraba y se tropezaba al caminar.
3- ¿Qué hizo luego ese conocido para presentarse?:
 Le dió una palmada en el hombro.
4-¿A qué le invita?:
 Le invita a comer con él.
5-¿Cómo se toma su negativa?:
 Se lo toma mal y le manda a paseo.
6-¿A qué clase social pertenece Braulio? Por tanto, ¿su falta de modales obedece a que no ha tenido acceso a la educación?:
 Pertenece a la burguesía. No.
7-¿En qué consiste su patriotismo?:
 Su patriotismo consiste en que daría todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país.
8-¿A qué hora empiezan a comer?:
 Empiezan a comer a las 5.
9- Porque siempre lo hacen así.
10-¿Qué se imagina que va a pasar en la comida para que le proponga a Larra que se cambie de chaqueta? ¿Qué piensa Larra de esto?:
 Se imagina que va a ser un desastre.
11-¿Fueron todos los que estaban invitados?:
 No.
12-¿Estaban sentados cómodamente?¿Por qué?:
 No, porque la mesa era muy pequeña.
13-¿Cómo les recomendó Braulio que comieran? ¿Qué hizo él como ejemplo de este consejo?:
 Les recomendó sopa. Se sirvió primero.
14-¿Cuál es el motivo, según Larra, de que la comida resultara un deseastre en todos los sentidos?:

15-¿Qué hacían los convidados que tanto asco le daba a Larra: el niño, el gordo, doña Juana?:
 El niño hacía saltar aceitunas a un plato y una le dió en el ojo, el gordo dejaba los huesos que había roído al lado de su pan
16- Explica el incidente del capón:
 Un hombre estaba intentando trinchar el capón pero se le resbaló el tenedor y en capón voló al mantel
17-¿Cómo termina el convite para Larra?
Termina yéndose del convite y dando gracias a Dios de salir vivo.
       Andábame días pasados por esas calles a buscar materiales para mis artículos. Embebido en mis pensamientos, me sorprendí varias veces a mí mismo riendo como un pobre hombre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que al volver las esquinas di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles. En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo, vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de semejanza con los de Atlante?
No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había creído hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quien fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echome las manos a los ojos y sujetándome por detrás:


-¿Quién soy? -gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura-. ¿Quién soy?
«Un animal», iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser, y sustituyendo cantidades iguales:
-Braulio eres -le dije.
Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena.
-¡Bien, mi amigo! ¿Pues en qué me has conocido?
-¿Quién pudiera sino tú...?
-¿Has venido ya de tu Vizcaya?
-No, Braulio, no he venido.
-Siempre el mismo genio. ¿Qué quieres?, es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días?
-Te los deseo muy felices.
-Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan pan y el vino vino; por consiguiente exijo de ti que no vayas a dármelos; pero estás convidado.
-¿A qué?
-A comer conmigo.
-No es posible.
-No hay remedio.
-No puedo -insisto ya temblando.
-¿No puedes?
- Gracias.
  -¿Gracias? Vete a paseo; amigo, como no soy el duque de F..., ni el conde de P...
¿Quién se resiste a una sorpresa de esta especie?¿Quién quiere parecer vano?
-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos; en casa se come a la española; temprano.
Tengo mucha gente: tendremos al famoso X., que nos improvisará de lo lindo; T. nos cantará de sobremesa una rondeña con su gracia natural; y por la noche J. cantará y tocará alguna cosilla.
Esto me consoló algún tanto, y fue preciso ceder: un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.
-No faltarás, si no quieres que riñamos.
-No faltaré -dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger.
-Pues hasta mañana -y me dio un torniscón por despedida.
Vile marchar como el labrador ve alejarse la nube de su sembrado, y quedeme discurriendo cómo podían entenderse estas amistades tan hostiles y tan funestas.
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono, pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes. Mas la vanidad le ha sorprendido por donde ha sorprendido casi siempre a toda o a la mayor parte de nuestra clase media, y a toda nuestra clase baja. Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país. Esta ceguedad le hace adoptar todas las  responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien pude de tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres: es un hombre, en fin, que vive de exclusivas, a quien le sucede poco más o menos lo que a una parienta mía, que se muere por las jorobas sólo porque tuvo un querido que llevaba una excrecencia bastante visible sobre entrambos omóplatos.
No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar y callando siempre lo que puede ofender. Él se muere «por plantarle una fresca al lucero del alba», como suele decir, y cuando tiene un  resentimiento, se le «espeta a uno cara a cara». Como tiene trocados todos los frenos, dice de los cumplimientos que ya sabe lo que quiere decir «cumplo» y «miento»; llama a la urbanidad hipocresía, y a la decencia monadas; a toda cosa buena le aplica un mal apodo; el lenguaje de la finura es para él poco más que griego: cree que toda la crianza está reducida a decir «Dios guarde a ustedes» al entrar en una sala, y añadir «con permiso de usted» cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo; cosas todas que así se guardará él de olvidarlas como de tener pacto con franceses. 
Llegaron las dos, y como yo conocía ya a mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir a comer; estoy seguro de que se hubiera picado; no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas; vestime sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más que contar para ganar tiempo; era citado a las dos, y entré en la sala a las dos y media.
No quiero hablar de las infinitas visitas ceremoniosas que antes de la hora de comer entraron y salieron en aquella casa, entre las cuales no eran de despreciar todos los empleados de su oficina, con sus señoras y sus niños, y sus capas, y sus paraguas, y sus chanclos, y sus perritos; dejome en blanco los necios cumplimientos que se dijeron al señor de los días; no hablo del inmenso círculo con que guarnecía la sala el concurso de tantas personas heterogéneas, que hablaron de que el tiempo iba a mudar, y de que en invierno suele hacer más frío que en verano. Vengamos al caso: dieron las cuatro y nos hallamos solos los convidados. Desgraciadamente para mí, el señor de X., que debía divertirnos tanto, gran conocedor de esta clase de convites, había tenido la habilidad de ponerse malo aquella mañana; el famoso T. se hallaba oportunamente comprometido para otro convite; y la señorita que tan bien había de cantar y tocar estaba ronca, en tal disposición que se asombraba ella misma de que se la entendiese una sola palabra, y tenía un panadizo en un dedo. ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!

-Supuesto que estamos los que hemos de comer -exclamó don Braulio-, vamos a la mesa, querida mía.
-Espera un momento -le contestó su esposa casi al oído-, con tanta visita yo he faltado algunos momentos de allá dentro y...
-Bien, pero mira que son las cuatro.
-Al instante comeremos.

       Las cinco eran cuando nos sentábamos a la mesa.

-Señores -dijo el anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones-, exijo la mayor franqueza; en mi casa no se usan cumplimientos. ¡Ah, Fígaro!, quiero que estés con toda comodidad; eres poeta, y además estos señores, que saben nuestras íntimas relaciones, no se ofenderán si te prefiero; quítate el frac, no sea que le manches

-¿Qué tengo de manchar? -le respondí, mordiéndome los labios.
- No importa, te daré una chaqueta mía; siento que no haya para todos.
-No hay necesidad.
-¡Oh!, sí, sí, ¡mi chaqueta! Toma, mírala; un poco ancha te vendrá.
-Pero, Braulio...
-No hay remedio, no te andes con etiquetas.
      Y en esto me quita él mismo el frac, velis nolis, y quedo sepultado en una cumplida chaqueta rayada, por la  cual sólo asomaba los pies y la cabeza, y cuyas mangas no me permitirían comer probablemente. Dile las gracias: ¡al fin el hombre creía hacerme un obsequio!

       Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más? Desde la tal mesita, y como se sube el agua del pozo, hace subir la comida hasta la boca, adonde llega goteando después de una larga travesía; porque pensar que estas gentes han de tener una mesa regular, y estar cómodos todos los días del año, es pensar en lo excusado. Ya se concibe, pues, que la instalación de una gran mesa de convite era un acontecimiento en aquella casa; así que se había creído capaz de contener catorce personas que éramos en una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente. Hubimos de sentarnos de medio lado, como quien va a arrimar el hombro a la comida,  y entablaron los codos de los convidados íntimas relaciones entre sí con la más fraternal inteligencia del mundo. Colocáronme por mucha distinción entre un niño de cinco años, encaramado en unas almohadas que era preciso enderezar a cada momento porque las ladeaba la natural turbulencia de mi joven adlátere, y entre uno de esos hombres que ocupan en el mundo el espacio y sitio de tres, cuya corpulencia por todos lados se salía de madre de la única silla en que se hallaba sentado, digámoslo así, como en la punta de una aguja. Desdobláronse silenciosamente las servilletas, nuevas a la verdad, porque tampoco eran muebles en uso para todos los días, y fueron izadas por todos aquellos buenos señores a los ojales de sus fraques como cuerpos intermedios entre las salsas y las solapas.

-Ustedes harán penitencia, señores -exclamó el anfitrión una vez sentado-; pero hay que hacerse cargo de que no estamos en Genieys -frase que creyó preciso decir.
Necia afectación es ésta, si es mentira, dije yo para mí; y si verdad, gran torpeza convidar a los amigos a hacer penitencia.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros.

-Sírvase usted.
-Hágame usted el favor.
-De ninguna manera.
-No lo recibiré.
-Páselo usted a la señora.
-Está bien ahí.
-Perdone usted.
-Gracias.
-Sin etiqueta, señores -exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara.

         Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura. Siguiole un plato de ternera mechada, que Dios maldiga, y a éste otro y otros y otros; mitad traídos de la fonda, que esto basta para que excusemos hacer su elogio, mitad hechos en casa por la criada de todos los días, por una vizcaína auxiliar tomada al intento para aquella festividad y por el ama de la casa, que en semejantes ocasiones debe estar en todo, y por consiguiente suele no estar nada.

-Este plato hay que disimularle -decía ésta de unos pichones-; están un poco quemados.
-Pero, mujer...
-Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas.
-¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! Se puso algo tarde.
-¿No les parece a ustedes que está algo ahumado este estofado?
-¿Qué quieres? Una no puede estar en todo.
-¡Oh, está excelente! -exclamábamos todos dejándonoslo en el plato-. ¡Excelente!
-Este pescado está pasado.
-Pues en el despacho de la diligencia del fresco dijeron que acababa de llegar. ¡El criado es tan bruto!
- ¿De dónde se ha traído este vino?
-En eso no tienes razón, porque es...
-Es malísimo.

         Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente a su mujer alguna negligencia, queriendo darnos a entender entrambos a dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender a servir. Pero estas negligencias se repetían tan a menudo, servían tan poco ya las miradas, que le fue preciso al marido recurrir a los pellizcos y a los pisotones; y ya la señora, que a duras penas había podido hacerse superior hasta entonces a las persecuciones de su esposo, tenía la faz encendida y los ojos llorosos.

-Señora, no se incomode usted por eso -le dijo el que a su lado tenía.
-¡Ah!, les aseguro a ustedes que no vuelvo a hacer estas cosas en casa; ustedes no saben lo que es esto; otra vez, Braulio, iremos a la fonda y no tendrás...
-Usted, señora mía, hará lo que...
-¡Braulio! ¡Braulio!
Una tormenta espantosa estaba a punto de estallar; empero todos los convidados a porfía probamos a aplacar aquellas disputas, hijas del deseo de dar a entender la mayor delicadeza, para lo cual no fue poca parte la manía de Braulio y la expresión concluyente que dirigió de nuevo a la concurrencia acerca de la inutilidad de los cumplimientos, que así llamaba él a estar bien servido y al saber comer. ¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales; que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?
A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.
       
     El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. «¡Por San Pedro!», exclama dando una voz Braulio difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa. «Pero sigamos, señores, no ha sido nada», añade volviendo en sí.

           ¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia, huid del tumulto de un convite de día de días! Sólo la costumbre de comer y servirse bien diariamente puede evitar semejantes destrozos.

         ¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!, crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más poeta que Fígaro.

-Es preciso.
-Tiene usted que decir algo -claman todos.
-Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno.
-Yo le daré el pie: «A don Braulio en este día».
-Señores, ¡por Dios!
-No hay remedio.
-En mi vida he improvisado.
-No se haga usted el chiquito.
-Me marcharé.
-Cerrar la puerta.
-No se sale de aquí sin decir algo.

        Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.
A Dios gracias, logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos a mi alrededor.
-¡Santo Dios, yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, en que sólo se pone la mesa decente para los convidados, en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones, en que se hacen finezas, en que se dicen versos, en que hay niños, en que hay gordos, en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos! 
                                       
                                                        VUELVA USTED MAÑANA

1- ¿Como creía que éramos los españoles el amigo de Larra?:
 Creía que éramos los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos.
2- ¿A qué había venído a España ?:
 Había venido por asuntos de familia, hacer reclamaciones e invertir.
3-¿Cuánto tiempo pensaba mucho estar en España para resolver sus asuntos?:
 Pensaba estar quince días.
4- ¿Por qué se ríe Larra de sus pretensiones?:
 Porque piensa que le va a salir todo según su plan.
5- ¿Qué le pasó con el genealogista, el traductor, el escribiente, el sastre, el zapatero, la planchadora y el sombrerero?:
 Lo que pasó fue que tardaron en realizar su trabajo mas de lo que se había esperado el amigo de Larra.
6- ¿Cómo se comportaban sus conocidos españoles cuando tenía una cita con él?:
 Sus compañeros no asistían a sus citas ni respondían a sus esquelas.
7- ¿Qué problemas burocráticos tiene el extranjero a la hora de invertir en un negocio en España?:

8- ¿Qué opina el amigo español de Larra sobre la forma de hacer las cosas los españoles aunque estén mal hechas?:

9- ¿Qué opina también sobre las intenciones de los extranjeros?:
10-¿Qué argumentos da Larra a favor de que los extranjeros son buenos para un país?:
 Larra dice que en vez de sacar dinero del país lo invierte en él y aumenta la población con su familia
11-¿Qué termina haciendo el amigo extranjero?:
 Al final se acaba yendo de España para invertir su dinero en otro lugar.
12- ¿Qué concluye dicendo Larra irónicamente sobre cómo influye en él la pereza española y e?:
 Concluye diciendo que cuando iba a empezar a escribir por pereza siempre lo dejaba para el día siguiente.

        Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.



       Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica, de estos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos (...)
   
       Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.
 
       Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.
 
        -Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince cinco días.
 
          Al llegar aquí monsieur Sans-délai traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fue bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.

          -Permitidme, monsieur Sans-délai -le dije entre socarrón y formal-, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid
           -¿Cómo?
          -Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
          -¿Os burláis?
          -No por cierto.
          -¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
          -Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
          -¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
          -Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
           -¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
           -Todos os comunicarán su inercia.
Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.
Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido  en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.

        -Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.
 
       Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.
 
       Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.
No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

       -¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas pruebas.
       -Me parece que son hombres singulares...
        -Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.

         Presentose con todo, yendo y viniendo días, una proposición de mejoras para un ramo que no citaré, quedando recomendada eficacísimamente.
 
          A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.
 
          -Vuelva usted mañana -nos dijo el portero-. El oficial de la mesa no ha venido hoy.
«Grande causa le habrá detenido», dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad!, al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid.   Martes era el día siguiente, y nos dijo el portero:

         -Vuelva usted mañana, porque el señor oficial de la mesa no da audiencia hoy.
        -Grandes negocios habrán cargado sobre él -dije yo.

           Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo el acertar.

-Es imposible verle hoy -le dije a mi compañero-; su señoría está en efecto ocupadísimo.

Dionos audiencia el miércoles inmediato, y, ¡qué fatalidad!, el expediente había pasado a informe, por desgracia, a la única persona enemiga indispensable de monsieur y de su plan, porque era quien debía salir en él perjudicado. Vivió el expediente dos meses en informe, y vino tan informado como era de esperar. Verdad es que nosotros no habíamos podido encontrar empeño para una persona muy amiga del informante. Esta persona tenía unos ojos muy hermosos, los cuales sin duda alguna le hubieran convencido en sus ratos perdidos de la justicia de nuestra causa.
 
        Vuelto de informe se cayó en la cuenta en la sección de nuestra bendita oficina de que el tal expediente no correspondía a aquel ramo; era preciso rectificar este pequeño error; pasose al ramo, establecimiento y mesa correspondiente, y hétenos caminando después de tres meses a la cola siempre de nuestro expediente, como hurón que busca el conejo, y sin poderlo sacar muerto ni vivo de la huronera. Fue el caso al llegar aquí que el expediente salió del primer establecimiento y nunca llegó al otro.

        - De aquí se remitió con fecha de tantos -decían en uno.
        -Aquí no ha llegado nada -decían en otro.
       -¡Voto va! -dije yo a monsieur Sans-délai, ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población?

Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los  empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!
 
       -Es indispensable -dijo el oficial con voz campanuda-, que esas cosas vayan por sus trámites regulares.
 
         Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejercicio militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.


       Por último, después de cerca de medio año de subir y bajar, y estar a la firma o al informe, o a la aprobación o al despacho, o debajo de la mesa, y de volver siempre mañana, salió con una notita al margen que decía:
 
         «A pesar de la justicia y utilidad del plan del exponente, negado.»

-¡Ah, ah!, monsieur Sans-délai -exclamé riéndome a carcajadas-; éste es nuestro negocio.

Pero monsieur Sans-délai se daba a todos diablos.

-¿Para esto he echado yo mi viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: «Vuelva usted mañana», y cuando este dichoso «mañana» llega en fin, nos dicen redondamente que «no»? ¿Y vengo a darles dinero? ¿Y vengo a hacerles favor? Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras.
 -¿Intriga, monsieur Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra; ésa es la gran causa oculta: es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
 
          Al llegar aquí, no quiero pasar en silencio algunas razones de las que me dieron para la anterior negativa, aunque sea una pequeña digresión.

-Ese hombre se va a perder -me decía un personaje muy grave y muy patriótico.
 -Esa no es una razón -le repuse-: si él se arruina, nada, nada se habrá perdido en concederle lo que pide; él llevará el castigo de su osadía o de su ignorancia.
 -¿Cómo ha de salir con su intención?
 -Y suponga usted que quiere tirar su dinero y perderse, ¿no puede uno aquí morirse siquiera, sin tener un empeño para el oficial de la mesa?
 -Puede perjudicar a los que hasta ahora han hecho de otra manera eso mismo que ese señor extranjero quiere.
 -¿A los que lo han hecho de otra manera, es decir, peor?
 -Sí, pero lo han hecho.
 -Sería lástima que se acabara el modo de hacer mal las cosas. ¿Conque, porque siempre se han hecho las cosas del modo peor posible, será preciso tener consideraciones con los perpetuadores del mal? Antes se debiera mirar si podrían perjudicar los antiguos al moderno.
 -Así está establecido; así se ha hecho hasta aquí; así lo seguiremos haciendo.
 -Por esa razón deberían darle a usted papilla todavía como cuando nació.
 -En fin, señor Fígaro, es un extranjero.
 -¿Y por qué no lo hacen los naturales del país?
 -Con esas socaliñas vienen a sacarnos la sangre.
 -Señor mío -exclamé, sin llevar más adelante mi paciencia-, está usted en un error harto general. Usted es como muchos que tienen la diabólica manía de empezar siempre por poner obstáculos a todo lo bueno, y el que pueda que los venza. Aquí tenemos el loco orgullo de no saber nada, de quererlo adivinar todo y no reconocer maestros. Las naciones que han tenido, ya que no el saber, deseos de él, no han encontrado otro remedio que el de recurrir a los que sabían más que ellas.

»Un extranjero -seguí- que corre a un país que le es desconocido, para arriesgar en él sus caudales, pone en circulación un capital nuevo, contribuye a la sociedad, a quien hace un inmenso beneficio con su talento y su dinero, si pierde es un héroe; si gana es muy justo que logre el premio de su trabajo, pues nos proporciona ventajas que no podíamos acarrearnos solos. Ese extranjero que se establece en este país, no viene a sacar de él el dinero, como usted supone; necesariamente se establece y se arraiga en él, y a la vuelta de media docena de años, ni es extranjero ya ni puede serlo; sus más caros intereses y su familia le ligan al nuevo país que ha adoptado; toma cariño al suelo donde ha hecho su fortuna, al pueblo donde ha escogido una compañera; sus hijos son españoles, y sus nietos lo serán; en vez de extraer el dinero, ha venido a dejar un capital suyo que traía, invirtiéndole y haciéndole producir; ha dejado otro capital de talento, que vale por lo menos tanto como el del dinero; ha dado de comer a los pocos o muchos naturales de quien ha tenido necesariamente que valerse; ha hecho una mejora, y hasta ha contribuido al aumento de la población con su nueva familia. Convencidos de estas importantes verdades, todos los Gobiernos sabios y prudentes han llamado a sí a los extranjeros: a su grande hospitalidad ha debido siempre la Francia su alto grado de esplendor; a los extranjeros de todo el mundo que ha llamado la Rusia, ha debido el llegar a ser una de las primeras naciones en muchísimo menos tiempo que el que han tardado otras en llegar a ser las últimas; a los extranjeros han debido los Estados Unidos... Pero veo por sus gestos de usted -concluí interrumpiéndome oportunamente a mí mismo- que es muy difícil convencer al que está persuadido de que no se debe convencer. ¡Por cierto, si usted mandara, podríamos fundar en usted grandes esperanzas!
 
       Concluida esta filípica, fuime en busca de mi Sans-délai.

-Me marcho, señor Fígaro -me dijo-. En este país «no hay tiempo» para hacer nada; sólo me limitaré a ver lo que haya en la capital de más notable.
 -¡Ay, mi amigo! -le dije-, idos en paz, y no queráis acabar con vuestra poca paciencia; mirad que la mayor parte de nuestras cosas no se ven.
 -¿Es posible?
 -¿Nunca me habéis de creer? Acordaos de los quince días...
 Un gesto de monsieur Sans-délai me indicó que no le había gustado el recuerdo.
 -Vuelva usted mañana -nos decían en todas partes-, porque hoy no se ve.
 -Ponga usted un memorialito para que le den a usted permiso especial.

Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... Contentose con decir:

        -Soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos!

Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver las pocas rarezas que tenemos guardadas. Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres; diciendo sobre todo que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino «volver siempre mañana», y que a la vuelta de tanto «mañana», eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.
 
        ¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé «Vuelva usted mañana»; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: «¡Eh!, ¡mañana le escribiré!». Da gracias a que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás! 
                     

                                               EL REO DE MUERTE


1- ¿Qué está haciendo la gente en la calle?:
 Está esperando para ver como matan a un hombre.
Arriba2-¿Qué pensaría un extranjero desconocedor de nuestras costumbres al ver esto?:
 Pensaría que va a pasar por esa zona un rey o alguien importante o que es un día festivo.

3- ¿Por qué Larra está en contra de la pena de muerte?:
 Porque una muerte no se soluciona con otra muerte.
4-¿Qué diferencias hay en el tono de este artículo respecto a los dos artículos anteriores?:





         Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan, y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre.


–¿Qué espera esta multitud? –diría un extranjero que desconociese las costumbres–. ¿Es un rey el que va a pasar; ese ser coronado, que es todo un espectáculo para un pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública festividad? ¿Qué hacen ociosos esos artesanos? ¿Qué curiosea esta nación?

   Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre.


–¿Dónde va?
- ¿Quién es?
–¡Pobrecillo!
–Merecido lo tiene.
–¡Ay!, si va muerto ya
–¿Va sereno?
–¡Qué entero va!

He aquí las preguntas y expresiones que se oyen resonar en derredor. Numerosos piquetes de infantería y caballería esperan en torno del patíbulo. He notado que en semejante acto siempre hay alguna corrida; el terror que la situación del momento imprime en los ánimos causa la mitad del desorden; la otra mitad es obra de la tropa que va a poner orden. ¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace por cierto el elogio de la sociedad ni del hombre.(...)

Un tablado se levanta en un lado de la plazuela: la tablazón desnuda manifiesta que el reo no es noble. ¿Qué quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil? Quiere decir indudablemente que no hay idea positiva ni sublime que el hombre no impregne de ridiculeces.

Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo; en el día no son ya tres palos de que pende la vida del hombre; es un palo sólo; esta diferencia esencial de la horca al garrote me recordaba la fábula de los Carneros de Casti, a quienes su amo proponía, no si debían morir, sino si debían morir cocidos o asados. Sonreíame todavía de este pequeño recuerdo, cuando las cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me pusieron delante que había llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno: si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un momento una lúgubre campanada de San Millán, semejante el estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela; el hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. «La sociedad –exclamé– estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre.»Indice  
          2.4- EL TEATRO

                  2.4.1- ¿Cuándo surge el teatro romántico en España?:
 El teatro romántico surge tras la muerte de Fernando VII,
                  2.4.2- Explica sus principales temas:
 Sus principales temas son el amor y la naturaleza.
                  2.4.3- Explica sus características formales: actos, unidades de tiempo espacio, acción, verso o prosa, etc:
El teatro romántico cuenta con 5 actos, se mezcla lo trágico con lo cómico, se intenta impresionar al público con efectos visuales y se destaca la personalidad del héroe y los demás personajes están denominados por sus pasiones. Se mezcla la prosa y el verso.
                  2.4.4- Pon los títulos de las obras más importantes:
 Las obras más importantes son:"Don Juan Tenorio","Los amantes de Teruel" y "Don Álvaro,la fuerza del sino"
                  2.4.5- Explica de qué va Don Juan Tenorio:
La obra ocurre en Sevilla durante un carnaval. Don Juan vuelve a hacer una apuesta que hizo con su rival Don Luis que consistía en enamorar a Doña Inés y a Doña Ana (la novia de Don luis). Para ganar la apuesta secuestra a Doña Inés, la enamora y después enamora a Doña Ana. Mientras tanto acuden Don Luis y Don Gonzalo (padre de Doña Inés). Don Juan se asusta, los mata y huye. Cuatro años después regresa y se encuentra con el panteón de sus víctimas incluida Doña Inés.  Doña Inés (en forma de fantasma) le pide a Don Juan que se arrepienta de sus actos para que puedan estar juntos y se salva en el último momento gracias a Doña Inés.
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!
 
Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!
 
Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!
Paralelismos: Tú eras el huracán ,Tú eras el océano (Suj + verb cop + At)
Metáforas. Huracán, alta torre.
Quiasmo: La senda estrecha, inevitable el choque. Hermosa tú, yo altivo.